Los coleccionistas son personas apasionadas que necesitan vivir cerca de la belleza en su estado puro. Pueden ser grandes capitalistas o simples asalariados. En ocasiones especulan para ganar dinero y en muchos casos realizan esfuerzos verdaderos para comprar un cuadro. Pero siempre hay en ellos una cuota de romanticismo, de ingenuidad infantil y de intuición para descifrar y anticipar los caminos del arte.
Ciertamente en la historia hubo coleccionistas mediocres y otros brillantes. Entre los mejores, se encuentra el húngaro Imre Patkó. Su colección se expone en un museo ubicado en el centro de Györ (Szechenyi tér 4). Es una casa del siglo 17 que alguna vez le ofreció albergue a los artesanos que pasaban por la ciudad. En la esquina todavía encontramos una vieja tabla con clavos que los visitantes martillaban como testimonio de su paso por el lugar.
En el primer y
segundo piso se exponen obras de grandes pintores húngaros y de algunos
artistas mundialmente consagrados como Marc Chagall, Charles Rouault, Karel Appel,
Georges Braque y Pablo Picasso. En la mayoría de los casos, obras sabiamente
escogidas por el ojo de quien sabe mirar por encima del horizonte de las modas.
Péter Ujhazyo. "Soldado" |
Kareal Appel. "Figura con pez" |
Mientras las
descubría levanté la mirada y a través de una ventana pude ver un templo
Jesuíta del Siglo 17 (la Iglesia de San Ignacio). En la mágica calma de la
tarde de Györ se esfumaron los contrastes entre las culturas tribales
africanas, el barroco de la contrarreforma y el arte contemporáneo. Imre Patkó
tenía muy en claro que los tres eran capítulos de una misma historia. En su
mente humanista todas las civilizaciones y todos los pueblos forman parte de
una aventura aún mayor. En el Museo de Imre Patkó podemos encontrar algunas pistas
para adentrarnos un poco más en tan maravilloso misterio.