El viernes después de cerrar la oficina me fui manejando hasta una sala donde se anunciaba un concierto de piano de Katalin Csillagh (www.katalincsillagh.com/) consagrado a obras de Astor Piazzolla. Kleberlsberg Kulturkuria se encuentra en los bordes del Distrito II, allí donde finaliza Budapest. Es una zona con un ambiente distinto, casi un tranquilo pueblo del interior a solo 20 minutos del centro. Si uno está atento…llegar allí es como entrar en otro mundo. Como lo sugiere la dirección (Templon utca 2-10) el centro cultural queda frente a una linda iglesia que un día tengo que ir a conocer por dentro. El estacionamiento es grande, cómodo a pesar de la nieve y gratuito. El centro cultural es hermoso y ofrece una programación muy variada, con muchas salas, exposiciones y grandes ventanales que tientan a los que pasan para ir a visitar lo que se ofrece.
Entre el público había mayoría de vecinos muy amables y
hasta el intendente (borgmeister) estaba allí y se acercó a saludarme (tengo
que aprender húngaro).
Katalin Csillagh es una pianista muy fina y talentosa (¡Gracias
Alberto Portugheis por la recomendación!) y esta vez fue también una anfitriona
ejemplar. Tocó Piazzolla con mucho cariño y respeto mientras en una pantalla se
proyectaban imágenes de Buenos Aires. Distendida y afable, Katalin generó
varios intervalos para conversar con el público, hablar sobre los argentinos,
su relación con el tango, la vida de Astor Piazzolla, ofrecer algunos bocados y
también para responder varias preguntas. Creo que yo era el único argentino en
la sala y me emocioné por la calidad de la música y por ver a un grupo tan
encantador de húngaros hablando amablemente sobre algunos aspectos de mi país. “Desde
que salí de Buenos Aires nunca me había sentido tan cerca de mi ciudad como en esta
noche tan singular”, pensaba mientras sacaba la nieve del parabrisas.
Foto: Katalin Csillagh |
Fue realmente una noche mágica…y todavía me esperaban
nuevas sorpresas. En el viaje de regreso iba escuchando en el auto el CD “Astor”
que la joven pianista me autografió gentilmente y recordaba esos momentos tan
lindos que había pasado. Al mismo tiempo estaba un poco preocupado por la
nieve, la noche, y por encontrar el camino correcto (sin el GPS todavía no
encuentro ni el Puente de las Cadenas). Me
faltaban trescientos metros para llegar a casa (Distrito XII, muy cerca de
Széchenyi-hegy) cuando vi cuatro perros robustos caminando por la calle. ¿Una
banda de perros sueltos, cómo en los pequeños pueblos de la Argentina? Me
acerqué sigilosamente (siempre dentro del Volvo, claro) para ver de qué raza
eran. Eran perros muy extraños: las cabezas demasiado alargadas, las patas muy
cortas….Definitivamente no eran perros. ¡¡Eran cuatro jabalíes!! En serio. Les
doy mi palabra que no había bebido ni una copa de Tokai en todo el día. Los ví,
me vieron, me miraron… y rápidamente se escabulleron entre las callejuelas del
vecindario.
Me parece fascinante tener la posibilidad de conocer personas de tanto talento y mejor aún si te acercan un poco a tu origen. Debe haber sido muy emocionante, no lo dudo.
ResponderEliminarA partir de ahora comenzaré a seguir más de cerca las novedades del blog...
ResponderEliminarSaludos desde Rosario.