viernes, 28 de junio de 2013

La sabiduría del Tokaji (Saróspatak II)

No conforme con ser testigo de las proezas de Santa Elizabeth y de Francisco Rákóczi II, Sárospatak es también la cuna de la educación magiar. La ciudad se incorporó al patrimonio de los Rákóczi como parte de la dote de Zsuzsanna Lorántffy por su boda con Jorge I, bisabuelo del gran Francisco II. Zsuzsanna Lorántffy, propietaria de extensos viñedos y calvinista ferviente, a mediados del Siglo 17 fue la artífice del esplendor del Colegio Reformado que aún hoy sigue recibiendo alumnos y que podemos visitar en el  centro de la ciudad.

Colegio Reformado de Sárospatak

Además de ser tierra de conocimientos, mujeres ejemplares y guerreros inmortales, Saróspatak se encuentra en el corazón de Tokaj: y eso significa…una de las regiones vitivinícolas más reconocidas del planeta.  
Viñedos de la región de Tokaj
Mi guía fue Lajos Kun, un “wine maker” de toda la vida que amablemente me abrió las puertas de su propia bodega, pequeña y equipada con los últimos adelantos técnicos.  En muchas otras regiones, las  marcas y las empresas transnacionales desplazan a las familias y a las buenas tradiciones artesanales.  Nada de ello ocurre en Tokaj. Lajos Kun supervisa personalmente las cosechas, y sólo prepara vinos con uvas de sus propios viñedos, que se encuentran a pocos kilómetros de la ciudad.

Lajos Kun, Claudio Giacomino, Attila Kocsis y Fabrizio Giacomino


Después de ilustrarme sobre los procesos de vinificación,  los materiales de los toneles y los tiempos de añejamiento, el bodeguero consideró que ya estábamos preparados para la hora de la verdad.  En el barrio del Castillo, detrás de un pesado portón de hierro una escalera descendente de 85 escalones conduce al gran tesoro: las cavas de la bodega. Un corredor central con ocho túneles toscamente excavados, de 25 metros cada uno y una temperatura  constante de unos 14 grados Celsius aportan las condiciones ideales para el descanso de los vinos embotellados. Bajo la luz de las velas Lajos expone sus productos y me acompaña en la cata. Comenzando por los blancos secos más suaves y siguiendo por los legendarios vinos dulces de Tokaj (llamados “Aszu”) con sus concentraciones crecientes (1, 2, 3 “puttonyos”…hasta llegar al “Aszu” de 6 “puttonyos”, un vino denso y ambarino que parece compendiar todos los perfumes de la comarca).  En un momento imprevisto, toda la armonía de la tarde estuvo a punto de sucumbir. “Y este vino, ¿qué le parece?”,  me pregunta mi anfitrión. “Fantástico…me recuerda al Sauternes” le dije muy suelto de cuerpo con la espontaneidad de los inconscientes (un vino puede compararse con el perfume de una flor, una fruta seca, la piel de un animal salvaje, o la sombra de una adolescente pelirroja en una tarde de otoño pero …¿¡cómo se me ocurrió compararlo con otro vino!?). Por un instante sus ojos me escudriñaron con sorpresa y desazón. Luego su bonhomía pudo más y me explicó comprensivo: “Sí…en verdad algunos franceses llegaron hasta aquí pensando lo mismo…luego comprendieron que nosotros utilizamos otros métodos y que los vinos que obtenemos son, en consecuencia, muy diferentes”.  Asentí contrito y humillado. Nuestra amistad ya no volvería a correr peligro. Para certificarlo, Lajos Kun decidió homenajearnos con una experiencia infrecuente: descorchó una botella de un “Aszu 5” de 1972 (¡cuando yo estaba aprendiendo a escribir!).  Me sobran las sensaciones y me faltan las palabras para narrarles esa copa inolvidable.

Aszu 5 de 1972

En la mañana siguiente mi nuevo amigo me invitó a un almuerzo en familia. “Tengo 70 años y hoy es la primera vez que tengo a alguien de su país frente a mí. Quizás nunca más vuelva a ver a un argentino. Usted no puede negarme el placer de invitarlo a mi casa”, argumentó concluyente. Las fotos familiares, la amabilidad de los pequeños gestos y el sabor de cada plato me ayudaron a  comprender mucho mejor la legendaria generosidad de estas tierras y la nobleza de sus vinos.

Cuando  emprendí el camino de regreso a Budapest, en el espejo retrovisor del coche seguí viendo la hidalga figura de Lajos Kun saludándonos con su brazo derecho, hasta que nos perdimos en el horizonte.   


1 comentario:

  1. Qué inolvidable experiencia, y como siempre, cuánta destreza para transmitir a quienes te leemos, las sensaciones gustativas de tamaño elixir. Contrito y humillado, tus lectores te disfrutamos!

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