domingo, 28 de abril de 2013

Györ: La colección de Imre Patkó

El arte sólo necesita dos cosas: artistas y coleccionistas. La pintura podría seguir existiendo sin críticos, sin museos, sin público que vaya a los museos, sin marchands, sin galeristas, sin curadores, sin historiadores del arte, sin bloggers y sin diplomáticos.  Pero sin coleccionistas todo el mecanismo socio-económico que mantiene vivas a las artes plásticas tal como las conocemos se desplomaría.

Los coleccionistas son personas apasionadas que necesitan vivir cerca de la belleza en su estado puro. Pueden ser grandes capitalistas o simples asalariados. En ocasiones especulan para ganar dinero y en muchos casos realizan esfuerzos verdaderos para comprar un cuadro. Pero siempre hay en ellos una cuota de romanticismo, de ingenuidad infantil y de intuición para descifrar y anticipar los caminos del arte.
Ciertamente en la historia hubo coleccionistas mediocres y otros brillantes. Entre los mejores, se encuentra el húngaro Imre Patkó. Su colección se expone en un museo ubicado en el centro de Györ (Szechenyi tér 4). Es una casa del siglo 17 que alguna vez le ofreció albergue a los artesanos que pasaban por la ciudad. En la esquina todavía encontramos una vieja tabla con clavos que los visitantes martillaban como testimonio de su paso por el lugar.

 
 
Cuando llegué estaba cerrado, pero la señora que atendía en el Museo János Xantus -a pocos metros- tuvo la gentileza de abrirme la puerta. La colección resume buena parte de la vida de Imre Patkó. En el tercer piso encontramos máscaras, talismanes y objetos que Patkó recogió en sus frecuentes viajes como periodista, etnógrafo e historiador en regiones recónditas de China, Tibet, La India y Africa; a menudo conviviendo con pueblos que –en pleno siglo 20- jamás habían tenido contacto alguno con la industrialización.
 
En el primer y segundo piso se exponen obras de grandes pintores húngaros y de algunos artistas mundialmente consagrados como Marc Chagall, Charles Rouault, Karel Appel, Georges Braque y Pablo Picasso. En la mayoría de los casos, obras sabiamente escogidas por el ojo de quien sabe mirar por encima del horizonte de las modas. 

 
 Péter Ujhazyo. "Soldado"
Kareal Appel. "Figura con pez"



Mientras las descubría levanté la mirada y a través de una ventana pude ver un templo Jesuíta del Siglo 17 (la Iglesia de San Ignacio). En la mágica calma de la tarde de Györ se esfumaron los contrastes entre las culturas tribales africanas, el barroco de la contrarreforma y el arte contemporáneo. Imre Patkó tenía muy en claro que los tres eran capítulos de una misma historia. En su mente humanista todas las civilizaciones y todos los pueblos forman parte de una aventura aún mayor. En el Museo de Imre Patkó podemos encontrar algunas pistas para adentrarnos un poco más en tan maravilloso misterio.










 

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